lunes, 17 de agosto de 2009

TELEVISIÓN Y CALIDAD PARA EDUCAR.

La televisión cada cierto tiempo sale a la palestra de los medios de comunicación sobre la posibilidad o conveniencia de su papel educativo y de su control por parte de padres. Este debate nunca se acabará.

En un artículo de Juan Manuel Ruz Lobo sobre este tema, aparecido en Diario de Sevilla la semana pasada, se dan una serie de pistas para debatir que recogen una realidad muy próxima. La televisión en los entresijos educativos, es más bien la gran ignorada, hasta hace poco. Mucho sabemos o más bien intuimos, sobre los perjuicios o males de su influencia en la educación de nuestros niños y adolescentes.

El profesor Marina cita, con muy buen acierto desde mi punto de vista, que para educar a un niño hace falta toda la “tribu”. Salvando las distancias, en esta sociedad en la que vivimos, un medio tan poderoso como la televisión no sólo no debe quedar al margen, sino que debe tenerse en cuenta en los proceso educativos que están teniendo los ciudadanos, incluidos, por supuesto y fundamentalmente, los niños y adolescentes. Somos necesarios todos, y lo que no seamos capaces de aportar todos a este objetivo, siempre estará en falta, en mayor o menor medida, entre los ciudadanos. Como es lógico, el problema tiene varios ángulos y enfoques. Por ejemplo, si la televisión como servicio público, está a la altura de esta influencia. Otra perspectiva es si los padres saben “manejarla” para estos objetivos educativos. También debemos saber si la escuela sabe convertirla en un aliado o por el contrario, la erige en un enemigo a vencer. Y además, tendremos que ver si los poderes públicos son conscientes del poder educativo que tiene esta televisión que disfrutamos y sufrimos. Cada uno de estos aspectos necesitaría ser tratado obviamente de manera mucho más extensa, pero conviene que al menos los introduzcamos en este debate que no se ha agotado y que probablemente no se agote nunca...

Una televisión marcadamente educativa, hoy por hoy, no es rentable económicamente hablando, lo que impide su necesaria continuidad. Pero lo cierto es que a la televisión no se le puede seguir ignorando su papel dentro del debate educativo. Ojo, no estamos pidiendo programas “plastas” que aburran al más pintado con sólo oír su sintonía. Se trata de emplear todo su potencial creativo para que siendo consciente de este papel, sus contenidos de manera informal, que no quiere decir arbitraria, sean divertidos y trasmitan valores y modelos referentes en los que todos debemos estar de acuerdo. Quizás, esta televisión de nuestras culpas, no tenga un referente claro a seguir, con lo que resulta evidente y necesario el papel de los consejos audiovisuales como elementos aglutinadores de los distintos sectores sociales que tienen que decir algo sobre el tema.

A estas alturas de la utilización de las nuevas tecnologías en la escuela, la televisión debe servir como un elemento dinamizador importante, como lo es la prensa escrita, y que por medio del debate, la investigación y la motivación, permita el aprendizaje, el desarrollo de habilidades y los modelos referentes que tanto estamos clamando para nuestros adolescentes. Es claro que una de las primeras tareas que la televisión puede aportar a la escuela es su propia desmitificación. Toda una serie de valores están esperando que los profesores colaboren a su descubrimiento y consolidación en estos nuevos ciudadanos. Queda aún mucho por caminar en este aspecto.

Los poderes públicos no pueden seguir “mareando la perdiz” en este sentido. Algunos ciudadanos están cansados de que las leyes y las buenas intensiones no se lleven a cabo. Deben respetarse, por ejemplo, los horarios de emisión infantil y la cantidad de publicidad que se emite, en cuanto a los contenidos, la mayoría de las veces, no tienen en cuenta este papel de referente. Son los poderes públicos los que deben cuidar este aspecto educativo, y sería de desear sobre todo en las televisiones públicas. Por evidenciar algo muy evidente, todavía en nuestro país no hay ninguna ley que obligue a las televisiones a que sus programaciones sean totalmente accesibles para las personas sordas y ciegas. Son cerca de 2 millones de ciudadanos con problemas auditivos y visuales los que sufren esta barrera.

QUÉ HACER COMO PADRES.

Si en general siempre se dice que los niños no vienen con un manual para su cuidado y educación, respecto a la televisión ni siquiera podemos esperar una hoja informativa. Así que lo mejor que podemos hacer es dar algunas pistas que pueden ayudar.

Respecto a que no nos desborde el problema, deben tener en cuenta qué:

- En general, los padres están preparados para educar a sus hijos. Nada de sentirse angustiados porque no son pedagogos, psicólogos o porque no son maestros. Deben pensar en el sentido común, recordar la enorme cantidad de experiencias positivas que han tenido hasta llegar al momento actual. Deben pensar en sus padres. Probablemente cometieron algunos errores en su educación, ningún padre es perfecto, la perfección en educación la definimos nosotros mismo en cada momento y circunstancias de nuestras vidas, lo que no quiere decir que no debamos hablar de una educación de calidad. Pero el resultado lo tienen en ellos mismo y aquellos errores también le ayudaron a desarrollar su propia personalidad.

- De nada sirve que se engañen a ellos mismos sobre sus responsabilidades educativas. Hay que decirlo bastante claro, la educación es responsabilidad insustituible de los padres. Esto quiere decir, entre otras muchas cosas, que cuando se presenten los problemas con los hijos, de nada sirve “escurrir el bulto” no viendo la realidad, o culpabilizando a la escuela, a la sociedad, a los amigos, a la televisión, o a nosotros mismos y a nuestra pareja de lo que ocurre. Deben recordar que en muchas ocasiones, los problemas de sus hijos tienen aspectos similares a los que planteaban ellos a sus padres. Cambiando el escenario, la época, las costumbres y la cultura, encontrarán muchas coincidencias. Por lo tanto, y en general, casi nada de lo que nos plateen nuestros hijos debe de parecernos tan distante. La televisión debe ser un aspecto más de la educación y por lo tanto con las mismas posibilidades de solución que el resto de los problemas educativos que presenten los niños y adolescentes. Deben dialogar y negociar todo lo que puedan. Nada de enfrentarse a su hijo/hija por esta cuestión, le estará dando una importancia que la televisión no tiene por si misma.

Respecto a la escuela y la televisión, los padres deberían ser más positivos y pensar que:

- Si en general la colaboración en la escuela por parte de los padres es necesaria, cuando se trata el tema de la televisión debería tenerse una coordinación entre estos dos escenarios donde los hijos van e educarse. La escuela debe llevar la televisión a sus aulas, y como ya se ha dicho, con la misma importancia y con parecido tratamiento didáctico que la prensa escrita. La televisión y el cine pueden aportar elementos informales educativos que no son aprovechados totalmente por la mayoría de los profesores y padres.

Respecto a las instituciones y entidades que controlan la televisión, los padres deben considerar qué:

- Las empresas de televisión están mucho más preocupadas por las audiencias que por sus contenidos educativos. Los programas educativos no atraen mucho a la audiencia, aunque la televisión debería ser más creativa para que lo fueran. La televisión no puede ni debe ser el sujeto que tenga el papel más activo en el proceso educativo de nuestros hijos. Si tiene esta importancia, procure irle quitando ese rango. Debe ser un instrumento más y no el más importante. Deben sacarle partido y aprender a utilizarla.

Respecto al uso de la televisión, los padres debe considerar que:

- La televisión no debe ejercer ningún tipo de tiranía ni dependencia. Para ello lo mejor es planificar los programas que serán visto por toda familia, por los adultos y por los niños.

- El receptor de la televisión no es una “canguro”. Nunca deben dejar a sus hijos sin saber que están viendo o van a ver, y sobre todo, deben pensar que son ellos, como padre o como madre, los verdaderos insustituibles. No deben dejarle a la televisión ni un segundo más del tiempo que se acuerde verla.

- Deben utilizar los programas de televisión para educar y enseñar. Hasta un programa de los mal llamados “basura”, puede servir para educar en valores, aunque sólo sea para que vean lo que no debe hacerse y de que todo no vale para tener éxito.

- Debemos ofrecer alternativas creativas a la televisión para estar con los hijos. Salir a dar un paseo, por ejemplo, puede enseñarles a que conozcan la realidad como de verdad es y no como la ven en la televisión. Recuerde: una vaca o un árbol no es la imagen que la televisión nos da.

- Por último, y quizás lo más importante, los padres y madres deben recordar que nuestros hijos aprenden más de lo que nos ven hacer que de lo que decimos. Sea coherente. Practiquen y pongan este comportamiento en la vida diaria.

Con todo esto no deben pensar en tirar la televisión por la ventana. Aprenda a utilizarla usted y sus hijos. La familia se lo agradecerá.

martes, 4 de agosto de 2009

“PASA PALABRA, PASA QUÉ..”


El tan nombrado dicho de “el tiempo es oro”, no me cabe duda que tiene su verdadero fundamento en el aprovechamiento del tiempo para hacer algo productivo. Si en algún medio esto es cierto, es en la televisión donde cobra su mayor valor. Los informativos de todas las cadenas luchan para aumentar las audiencias, tratando de ser los más veraces y dando la mayor cantidad de noticias en cada programa. A veces, no importa mucho el tema de las mismas, sobre todo, cuando en verano llega un cierto relax informativo. Pero lo cierto es que si en el tiempo de duración del informativo pueden meter más noticias, pues mejor. Hay también ciertos programas donde los presentadores o conductores de los mismos, tienen que hablar a una velocidad muy considerable. Por ejemplo “Pasa Palabra” de Telecinco. Programa que sigue teniendo bastante éxito a pesar de los cambios de presentador. Ambos programas los he podido estudiar en esta aspecto, me refiero a la velocidad a la hablan los presentadores y sorpréndase, se puede llegar a una velocidad de 180 palabras por minuto. Para que se hagan una idea, la velocidad a la que habitualmente hablamos, o a la que hablan el resto de los programas está situada entre 140 y 150 palabras por minuto. La pregunta resulta obvia, ¿Qué levante la mano quien pueda comprender las parrafadas que dice el presentador del programa “Palabra”? Pocos, creo yo, levantarían la mano.

Están locos. Creo que se han contagiado de estas prisas que nos rodean por todos lados. Se confunde la productividad con la prisa, el rendimiento con la rapidez, la información con la cantidad de noticias en la unidad de tiempo, la comprensión de la información con comprimir las mismas. En fin, un dislate que venimos sufriendo y padeciendo los que vamos a cumplir los 65 años.

Estoy por pensar que quizás el lector que no tenga esta edad, podrá decirme que ya vamos para viejo. Es probable que haya algo de cierto en esta opinión, pero no puedo resistirme a reflexionar sobre la cuestión y sobre algunas razones que seguramente van a matizar esta apreciación un tanto precipitada.

Más o menos, cuando cumplimos los 60 se nos pueden presentar una serie de deficiencias que no nos llegan a discapacitar, pero que mediatizan y pueden caracterizar nuestras relaciones y sobre todo, el procesamiento de la información que percibimos. La vista y el oído se van deteriorando y así mismo, nuestro cerebro, cada vez con menos neuronas, mediatizan inexorablemente todos los “inputs” de información que le llegan de los sentidos y de las percepciones. En la vida cotidiana, podemos hacernos una idea de esto cuando vemos a una persona anciana que está viendo la televisión y nos pregunta, ¿Qué está diciendo el presentador? Aparentemente no tiene problemas de audición y de visión, lo ha oído y lo ha visto, pero lo cierto es que no ha comprendido lo que dice le presentador del programa de televisión. Lo peor de todo esto, para las televisiones, es que nuestra sociedad es cada vez más vieja, más anciana. Sin embargo, este tipo de programas no están pensados para estas personas. Llegará el momento en que se quedarán si audiencia. Llegará, seguro, si no cambian.